[]DBZ Las navidades de Bra Briefs 2

« Older   Newer »
  Share  
Bra_Briefs
view post Posted on 29/12/2014, 13:34




Personajes: Bra, Bulma, Trunks y Vegeta
Capitulos: 1/1
Genero: Humor (¿?)




LA NAVIDAD DE BRA BRIEFS 2




Hola de nuevo. Tal vez ya no os acordéis de mí. Me llamo Bra Briefs, aunque soy más conocida como “la pija del pelo azul” en mi ciudad. El año pasado os relaté una espeluznante historia de terror… No, eso de una batalla contra el Dios de la Destrucción no… Os relaté como mi hermano y yo tratamos de adquirir los regalos de navidad. Nos enfrentamos a una cajera borde, a una cola interminable, a la falta de ideas, etc… Como soy previsora, este año adquirí los regalos en septiembre, pensando que con esa astuta estrategia me libraría de la mayor trampa mortal que depara la época feliz de la Navidad. Pero me equivocaba.
Todo comienza el día 24 de diciembre. Mi madre se encontraba preparándonos el desayuno a los 3 saiyans de la familia, solo que mientras que mi padre ya se encontraba entrenando, Trunks y yo tratábamos de mantenernos despiertos a duras penas mientras jugábamos a darnos patadas debajo de la mesa como si fuésemos críos de 3 años. Mi madre siempre se empeñaba en cocinar, pese a tener el dinero suficiente como para contratar a un buen cocinero, pues pensaba que la comida hecha con “amor de madre” siempre sabría más rica que la que nos pudiera hacer cualquier profesional. Fue cuando mi madre me colocó en las narices una taza de café y unas tostadas… ¿Eran eso tostadas?
- Mamá ¿Me he portado mal este año? – pregunté con una sonrisa pícara en la cara
- ¿A qué viene esa pregunta? – respondió mamá sorprendida
- Porque veo que Papa Noel me ha traído carbón – respondí señalando esas tostadas negras.
Trunks comenzó a reírse, sus tostadas también estaban carbonizadas, así que cogió una y la golpeó contra la mesa.
- Mamá, esto más negro que la conciencia de Freezer – dijo Trunks mientras levantaba su mano invitándome a chocar los cinco
- ¡Pero bueno! ¿La tenéis hoy tramada conmigo o qué? – gritó mamá
- Tranquila mami – la primera mitad de la frase tranquilizó a mamá, pero yo nunca he sabido callarme a tiempo – siempre puedes reunir las bolas de dragón y resucitarnos, en cuanto nos comamos estas tostadas y bebamos tu café-asesino super-caliente, falleceremos al instante.
Mi madre salió de la cocina disparada sin decirnos nada mientras Trunks y yo nos partíamos. Reírse de tu propia madre une mucho a los hermanos. Entonces escuchamos un sonoro “¡Vegeta! ¡A desayunar con los desagradables de tus hijos!”. Siempre igual, en cuanto la hacemos rabiar solo somos hijos de papá.
Lo que podría haber sido un pequeño incidente sin consecuencias devendría en una de mis peores pesadillas.

Llegó la hora de comer, pero como soy una señorita educada, no pregunté en ningún momento que cuando estaría lista la comida, limitándome a esperar. Y nos dieron las 2, y las 3… Y allí nadie anunciaba que la comida estaba lista. Fui entonces decidida a la cocina, a veces hay que dar un par de gritos para hacerse respetar, pero no había allí nadie. Como mi casa es más grande que Disneyland, comencé un tour por las distintas habitaciones en busca de mi madre. A papá le encuentro enseguida gracias a su Ki, pero a mamá es imposible. Cual fue mi sorpresa al encontrarla en una sala comiendo ella sola.
- ¿Cuándo comemos nosotros? – podría haber preguntado que tal estaba, pero esa fue mi primera reacción
- ¿Qué ocurre Bra?
- Tengo hambre
- Te lo preparadas tú
- No sé… - es verdad, no sé cocinar, una vez intenté preparar un bizcocho siguiendo una receta que encontré en Internet. 3 camiones de bomberos fueron necesarios para salvar mi casa de las llamas (ese día salí en la portada del periódico local)
- Pues yo ya no cocino más para ti ni para Trunks
- ¿Y papá?
- Tu padre ya ha comido
- Pero, mamá… - había llegado el momento de usar mi técnica ablanda-corazones, poner carita de pena y comportarme como un bebé – tengo mucho hambre… y yo no sé cocinar…
- Aprende
- Mami…
- Ni mami ni leches, hoy Trunks y tú os preparáis la comida. Ah, y esta noche es Nochebuena, como veo que no valoráis mi cocina, vais a cocinar vosotros dos.
- ¡¡¡¿¿Qué??!!! – No podía creérmelo, ¿teníamos que cocinar Trunks y yo? Faltaban solo 7 horas para la cena… no podía hablar en serio
- No te sorprendas tanto y vete preparándote. Yo me marcho a hacer unas compras, cuando vuelva, quiero que hayáis preparado una suculenta cena. Y nada de irle a llorar a tu padre.
Mamá abandonó la sala, pero yo casi ni me percaté. Solo retumbaba en mi mente esa orden. Trunks y yo… No podía ser cierto, una de mis noches favoritas del año tornándose en una horrible pesadilla que con total seguridad nos llevaría a pasar el día de Navidad ingresados en la UVI.
No había tiempo que perder. Yo siempre me he encargado del chantaje emocional a papá y Trunks hacía lo correspondiente con mamá, así que le puse en alerta para que cumpliese su misión. Como mamá había abandonado nuestra casa tan rápido que pensamos que había aprendido a usar el shunkanido o técnicas similares. Trunks la telefoneó, pero no obtuvo el resultado esperado. Ese día, nosotros jugaríamos a Master Chef.

Media hora más tarde, el repartidor nos trajo la pizza, al menos el problema de la comida ya lo habíamos solucionado. La intención de Trunks era encargar 10 pizzas para la noche, pero el repartidor nos dijo que esa noche no trabajaban. Mala suerte.
Comenzamos a rebanarnos los sesos (un año más) pensando en que menú ofreceríamos.
- ¿Pavo? – Sugería Trunks
- Muy visto – respondía yo
- ¿Cordero?
- Demasiado fuerte
- ¿Merluza?
- No me gusta el pescado
- ¿Pollo?
- Demasiado cutre
Y así, cual lección de Barrio Sésamo, repasamos distintas opciones sin que ninguna nos convenciese del todo. Decidimos finalmente que lo mejor sería improvisar, iríamos al supermercado y prepararíamos la cena con lo primero que encontrásemos. Un segundo… ¡El supermercado! Habíamos perdido tanto tiempo que se nos había pasado completamente. Difícilmente podríamos preparar la cena si no teníamos con qué.

Al llegar al supermercado no pude evitar un escalofrío en la espalda. Nos recibió una fuerte cortina de aire caliente que hizo que mi bufanda y gorro estorbasen al medio segundo de entrar, acabábamos de pasar de una temperatura de dos grados bajo cero a una de 30, catarro asegurado (mi primer regalo de Navidad, que bien). Fui a coger un carro, pero, oh, que sorpresa, había cola de gente esperando. Como no podíamos permitirnos el lujo de esperar, fuimos a coger una cesta, pero, que raro, tampoco había. Me quedé mirando el espacio de las cestas como si fuesen a surgir por arte de magia, pero la habilidad de crear objetos de la nada no es propia de los saiyans.
Nos adentramos entre esa masa de gente que se peleaba por coger los últimos alimentos. Por un momento no sabía si estaba preparándome para la cena de Nochebuena o recogiendo alimentos para prepararnos ante una catástrofe natural. Las estanterías estaban completamente vacías, y mi desesperación aumentaba cada segundo que pasaba. La carnicería rebosaba de gente, y a la vista del mostrador era fácil deducir que no llegaría nada para nosotros. Lo mismo podría decirse de la pescadería.
- Trunks, dividámonos – sugerí – cada uno un ala del supermercado. Y coge TODO lo que veas, ya apañaremos algo.
Fue duro, pero me hice con algunos alimentos y esperé a mi hermano para dirigirnos a la interminable cola de la caja. Tuve que hacer cosas horribles para coger la última caja de marisco congelado, COSAS HORRIBLES, que pesarán en mi conciencia el resto de mi vida.
Mientras esperábamos en la cola, el mismo villancico que se escuchaba en el centro comercial del año pasado se repetía sin cesar en el hilo musical. ¿Qué ocurre? ¿Todas las tiendas compran el mismo CD o qué? Y por fin nos tocó. Mientras la cajera pasaba nuestras adquisiciones nos miraba con cara extraña, seguro que dudaba si habíamos comprado para un cumpleaños infantil o una fiesta de navidad.


Y por fin llegamos a casa, donde me percaté un grave error que cometí en el supermercado: el marisco congelado necesita descongelarse. Más que marisco, estaba ante un bloque de hielo que encerraba en su interior a las criaturas que supuestamente me debería encontrar cocinando. ¿Cómo narices iba a quitar todo ese hielo en tan poco tiempo? Siempre me parecía a papá, la paciencia no va conmigo, así que encendí el horno y metí dentro el bloque de hielo. Jo, estaba siendo demasiado fácil, puede que tal vez esa noche triunfásemos.
Como Trunks estaba encargándose del resto de la cena y a mí no me apetecía nada ayudarle, decidí coger mi móvil y empezar a chatear con mis amigas. Comenzaron a desfilar por la pantalla de mi teléfono distintas felicitaciones navideñas, memes, videos… Todos mis contactos merecían ver ese contenido, y creedme, tengo MUCHOS contactos.
De pronto, un olor a quemado inundó la habitación. Seguro que ese inútil de Trunks la había pifiado. Aprovechando que tenía el móvil en la mano, escribí un mensaje a Trunks.
“Se te kema la cena, so atontaoooo”.
Mi mensaje obtuvo respuesta a los 5 segundos.
“K dices? Estoy en mi cuarto”.
El corazón me dio un vuelco. De repente vino a mi cabeza el horno y el marisco, no lo había apagado. Fui lo más rápido que pude, para contemplar una columna de humo negro brotando del horno. Como no quería volver a salir en las noticias, cogí una manguera y apague el fuego, haciendo que la luz se cortase de forma inmediata debido al cortocircuito que provoqué en ese instante.
En fin, parecía que no habría marisco.


10 de la noche. Mi madre estaba vestida con su mejor vestido, esperando en la mesa a ver la cena que habíamos preparado. Papá iba de etiqueta, cualquier cosa con tal de evitar que mamá le gritase. Trunks y yo entramos en la sala, cada uno con una bandeja en la mano, colocándola justo delante de mamá para que contemplase nuestras creaciones.
- ¿Eso son sándwiches de paté? – preguntó mamá aguantando la risa.
- No, de Foie gras – corrigió Trunks
- ¿Y tú, Bra?
- Polvorones – con los polvorones no había fallado, a no ser que la báscula del supermercado estuviese rota y me hubiesen tangado con el precio
- Que desastre sois – dijo mamá entre risas
- Bueno, ahora es cuando nos dices que tu también has preparado algo, y todos nos reímos mientras cenamos – no estaba segura al 100%, pero deseaba que así fuera
- De eso nada, este año habrá que conformarse con sándwiches y polvorones.
Y así pasamos la Nochebuena. Me consolé pensando que al menos estábamos todos juntos, pero ese lema es para peli navideña, no para la familia Briefs.

Tras la cena, nos preparamos para entregar los regalos. Fui con mi madre por el pasillo, cada uno había escondido sus regalos en distintas dependencias.
- Pisáis tan poco la cocina que yo los escondí en una de las despensas y aún así no los habéis visto – me dijo mamá entre risas
- Yo los tengo en mi cuarto
Nuestros caminos se separaron. Subí rápido las escaleras, no podía esperar para darles mis regalos y recibir los míos. Fue entonces cuando escuché un fuerte grito de mi madre
- ¿Qué coño le habéis hecho al horno?
- ¡Yo no he sido mamá, ha sido Bra! – el chivato traidor de Trunks no tardó en delatarme.
Hacía una noche preciosa de -10 grados y yo iba en manga corta, pero creí que lo mejor fue escaparme por la ventana y pedirle a Goten que me cobijará en su casa hasta que se calmasen los ánimos en mi casa.
Feliz Navidad a todos desde la casa de Chichi.
 
Top
0 replies since 29/12/2014, 13:34   45 views
  Share